El Niño Pa es una figura fundamental para entender la religiosidad y cultura de Xochimilco, cuyo culto ha perdurado por más de cuatro siglos. Esta imagen religiosa del Niño Jesús, conocida también como Niñopa o Niñopan, es venerada anualmente en un ciclo de festividades que refuerza la identidad comunitaria y las tradiciones locales. La historia del Niño Pa se remonta al siglo XVI, cuando un artesano indígena esculpió la figura en madera de colorín, lo que subraya su vínculo con la historia prehispánica y colonial de la región. Esta imagen, con un peso de 598 gramos y una altura de 51 centímetros, representa más que un símbolo religioso, ya que es considerada un protector y fuente de milagros por la comunidad de Xochimilco.
El culto al Niño Pa se centra principalmente en su "mayordomía", un sistema que involucra a familias locales que se inscriben para recibir la imagen en su hogar por un año, tras lo cual organizan elaboradas celebraciones. Este proceso puede tomar décadas, ya que el turno de ser mayordomo puede tardar hasta 40 años en llegar. La familia encargada debe cumplir con diversas responsabilidades, incluyendo la organización de las tradicionales posadas, la Candelaria y otras festividades que implican la participación comunitaria a gran escala. Esta relación entre la imagen y la comunidad permite que el Niño Pa funcione como un elemento cohesionador, fortaleciendo los lazos vecinales y la identidad local.
Uno de los momentos más significativos del ciclo de veneración ocurre el 2 de febrero, Día de la Candelaria, cuando se realiza el cambio de mayordomía en la Parroquia de San Bernardino de Siena, un evento que atrae a miles de personas. Esta festividad no solo celebra al Niño Jesús, sino que también incluye rituales como la bendición de semillas para asegurar buenas cosechas, lo que refleja el sincretismo entre las tradiciones agrícolas prehispánicas y el cristianismo colonial. Durante este evento, la comunidad ofrece alimentos tradicionales como tamales y mole, mientras bandas de mariachis, chinelos y danzas amenizan la jornada.
A pesar de su antigüedad, el Niño Pa sigue siendo considerado milagroso. Los habitantes de Xochimilco lo visitan regularmente, llevándole ofrendas y oraciones, y le atribuyen intervenciones divinas en sus vidas cotidianas. Sin embargo, debido a los siglos de veneración y manejo constante, la figura ha sufrido desgaste y fragilidad, lo que ha llevado al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a encargarse de su conservación. Cada año, el Niño Pa es restaurado por expertos, lo que demuestra la importancia no solo espiritual, sino también patrimonial de esta figura.
El culto al Niño Pa no solo fortalece la cohesión social dentro de Xochimilco, sino que también atrae a visitantes de otras partes de la Ciudad de México y el país. En este sentido, su veneración trasciende lo local y se convierte en un símbolo de la resistencia cultural de Xochimilco frente a los desafíos de la modernidad y la globalización. Las celebraciones asociadas con el Niño Pa sirven como un recordatorio del profundo vínculo entre la comunidad y su entorno histórico, espiritual y social.
El Niño Pa es más que una imagen religiosa; es un pilar de la identidad xochimilca que representa la continuidad de las tradiciones, la fortaleza de los lazos comunitarios y la resistencia cultural frente al paso del tiempo. Preservar y promover este culto es esencial para la conservación de la rica herencia de Xochimilco, un patrimonio intangible que conecta el pasado prehispánico y colonial con el presente moderno.
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