Petatearse (del verbo petatear): Acto de dejar este mundo de manera dramática y definitiva, en el que el individuo pasa de un estado de vida activa a una súbita "desconexión permanente". Este proceso suele ir acompañado de expresiones como "ya se petateó" o "se petateó el compa", las cuales indican, con cierto alivio o resignación, que el individuo en cuestión ha colgado los tenis, descansando de los pesares de la vida (como el tráfico, el calor del metro o el pago de sus deudas).
Características diagnósticas:
Pérdida completa de la consciencia permanente: Al petatearse, el individuo pasa de estar vivo a un estado de “pa’ siempre” sin retorno, generalmente causando gran conmoción, aunque a veces también un suspiro de “ni modo, ya le tocaba”.
Reacción resignada: Quienes rodean al petateado suelen reaccionar con expresiones de aceptación práctica, como “ya no va a sufrir” o “ya se libro de pagar”.
Abandono involuntario de responsabilidades: Los deudos del petateado tienden a usar esta condición como justificante para liberarse de obligaciones (“no puedo ir, mi tío se petateó”), lo cual convierte al petateamiento en un pretexto postmortem de gran utilidad social.
Inmovilidad total e irreversible: La condición implica la completa ausencia de movimiento o respuesta a estímulos, incluso al llamado de “se están acabando los tacos gratis”, lo cual, en un mexicano, solo puede significar la verdadera petateada.
Diagnóstico diferencial:
Es vital diferenciar el petatearse de otros estados, como el "quedarse bien jetas" después de una larga jornada, el "hacerse el muerto" para evitar compromisos, o el "irse bien lejos" para escapar de deudas. La petateada se distingue por su irreversibilidad y falta total de reacción.
Tratamiento sugerido:
No se ha encontrado tratamiento eficaz. El tratamiento más común es la aceptación, seguida de un velorio donde no faltarán los chismes ni los comentarios humorísticos sobre lo bueno que es “descansar de una vez” de las complicaciones de la vida.
Pronóstico:
Petatearse es una condición terminal sin posibilidad de retorno. Sin embargo, en la cultura mexicana, las historias del petateado pueden extenderse por generaciones, acompañadas de anécdotas, sustos y la ocasional frase sobre que "ha de estar mejor allá donde esté". En ciertos casos, la familia guarda la imagen del petateado en un lugar especial, honrando su transición de sujeto estresado a espíritu descansado.
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