Calaverita de la Suprema Corte
En la Corte, Doña Muerte rondaba,
la justicia en su túnica se burlaba.
Norma Piña, firme en su sillón,
defendía intereses de algún patrón.
"¡No acepto reformas!", gritaba tenaz,
con la balanza torcida y su disfraz,
mientras la Catrina, astuta y audaz,
reía de Norma y su caminar falaz.
"¡Presidente o presidenta, me da igual su mandato,
yo protejo a mis cuates y su contrato!"
Pero la Parca, que nada perdona,
esperaba el juicio de cada persona.
"Pa'l panteón van toditos", dictó la huesuda,
con la toga enredada y cara de duda,
"Justicia pa’l pueblo, es lo que faltó;
a ver si allá abajo aprenden la lección."
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