Por el Perrochinelo
Ocho ministros de la Tremenda Corte de Justicia anda haciendo panchos, armando más circo que cuando el América pierde en el Azteca. La ministra Norma Piña, que últimamente se siente dueña del balón, sigue con sus berrinches de escuincla fresa. Se avienta unos desplantes que ni la más brava de las “Ladys” virales ha hecho, como si no supiera que las mayorías ya le dieron pa' tras a la corrupción en su chamba judicial. ¿Qué hace? Pues según, resistirse al mandato del pueblo, al mero estilo de la morrita que no quiere aceptar que sus jefes la mandaron a lavar los trastes, porque según ella “no es su pedo”... pero ya saben que no se trata solo de mandados.
La Piña anda metiendo las manitas pa’ que no se haga realidad la reforma judicial, esa que tanto pavor les da a los del Poder Judicial. Dicen que la Piña ya sacó la carta de la "autonomía", porque si no, se les cae el teatrito que han tenido desde hace años, y obvio no quieren que alguien meta las narices en su changarro, donde han hecho y deshecho como se les da la gana. Así que, bien abusada, la ministra lanza consulta entre los ministros de la Corte para ver si pueden frenar la reforma, porque, según ella, su autonomía está en peligro.
Ah, pero lo que más risa me da, banda, es que parece que la Piña no entiende de democracia. El mandato del pueblo está clarito, 36 millones de cabecitas ordenamos ponerle un freno a la corrupción y al desmadre que tienen en la Corte, y eso ya es más que un grito de estadio lleno. Pero ella, necia como puberta que no suelta el TikTok, sigue pateando el bote, estirando la liga, como si no supiera que ya se viene la elección de nuevos jueces y la cosa está cantada.
Normita, como buena reina del drama, ya empezó a torpedear todo: que si el Senado no puede emitir la convocatoria para elegir jueces, que si la reforma es un atentado contra la independencia judicial, que si ya se le pasó la fecha de entregar la info. Total, puro tango de futbolista tirado en el piso, esperando que pase el tiempo y nada más se les acabe el partido. Claro, ni hablar del paro que traen desde agosto, porque cómo no, cuando se sienten acorralados, sueltan el show.
¿Pero qué hay detrás de todo esto, raza? Pues la neta, es que se les está acabando la fiesta. Ya no pueden seguir jugando con la justicia como si fuera su changarro personal. La Corte está acostumbrada a hacerle al cuento, pero ahora tienen a millones de paisanos vigilando. Y la Piña, en lugar de ponerle orden, está sacando los pañuelos de la resistencia, mientras juega a ver qué tanto se puede estirar el elástico de la legalidad sin que se rompa. Es como si estuviera probando los límites, esperando que alguien le ponga un alto, pero sin que se le vaya la mano
Así que, ¿qué nos queda hacer? Pues nada, mi gente, más que seguir al tiro, no dejar que nos hagan chanchullo con su rollo de “autonomía” mientras se atascan con los beneficios de ser los meros meros en la justicia. Las mayorías ya votaron, ya le dieron un giro al timón, y la Piña y compañía van a tener que ceder, aunque pataleen. Lo que no pueden hacer es secuestrar la democracia, como si todavía viviéramos en aquellos tiempos en los que se hacía lo que el dedazo decía.
Así las cosas, raza. Manténganse al tanto porque el tiro entre la Suprema Corte y el pueblo sigue, y parece que apenas estamos en los primeros rounds. Pero una cosa es segura: las reglas del juego ya cambiaron, y más vale que lo entiendan o van a acabar perdiendo en tiempo extra.
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