Por El Perrochinelo
Órale, banda, pues resulta que los “intelectontos orgánicos” ya andan bien desatados con eso de la “deriva autoritaria” de AMLO, como si el compa se hubiera levantado una mañana diciendo: “Hoy voy a ser el dictador que siempre soñé”. No manchen, ¿de dónde sacan esas jaladas?
Pero antes de desglosar su bonito teatrito, vamos por partes. Pa’ empezar, la banda ya se dio cuenta de que estos genios que se sienten dueños de la verdad absoluta, solo andan de ardidos porque su palabra ya no pesa nada. Lo que dicen ya no se lo traga ni el perro más hambreado, y eso, mis cuatitos, les cala hasta el fondo de sus sesudas cabezas. Imagínate dedicarte toda la vida a escribir “ensayitos” sobre cómo debe ver el mundo la gente y luego darte cuenta de que la plebe te tira de a loco. Pues claro que arde, ¿no?
Ahí tienes a los Krauze y a los Aguilar Camín, disque los paladines de la “democracia” (léase con voz de ñor fresa), diciendo que la 4T nos lleva derechito a una dictadura. ¿Neta? No sé si me andan hablando del actual México o si creen que siguen en la época en la que las decisiones del país se tomaban en un restorán de Polanco con un cafecito y unas galletitas. A ver, mis doctos del teclado, se les olvida que en el barrio muchos no tenemos ni pa' eso, y que la democracia no se trata de hacer que siempre ganen los mismos.
Órale, pues vamos a darle, banda. Eso de la "deriva autoritaria" suena bien mamalón, pero en realidad es un término pa’ asustar a la raza. Es como cuando te dicen "aguas con el coco", pero nomás pa’ que hagas lo que ellos quieren. Según estos cuates, una deriva autoritaria es cuando un gobierno empieza a hacer lo que se le pega la gana, sin rendir cuentas, aplastando a todos los que no están de acuerdo, así como lo hacía el PRI. Básicamente, ellos se imaginan que AMLO dijo: "Ahora yo mando y al que no le guste, ¡sopas, pa'l bote!". Pero neta, eso no está pasando.
¿Por qué no? Pues fácil, carnalitos, porque hubo elecciones, sigue habiendo manifestaciones (aunque digan que ya ni eso dejan), y la banda opositora sigue echando mentiras contra el gobierno en las redes sin que a nadie le caiga la guardia nacional afuera de su casa por eso. Si esto fuera una deriva autoritaria, los que andan chillando ya estarían bien guardaditos en el fresco bote, pero aquí siguen, nomás dando lata. El gobierno está chambeando con lo que la mayoría pidió en las urnas, pero los ardidos no soportan que ya no les toca meter mano en la piñata.
Estos carnales están picados porque antes, en tiempos de los otros gobiernos del PRIAN, andaban bien acomodadotes, como puercos en charco. Tenían sus becas, sus chambitas bien pagadas, y nomás con que abrieran la boca, ya les caían los contratos. Pero con AMLO, les tocó bailar con la más fea. Ya no les va como antes, y en lugar de aceptar que su tiempo ya fue, se ponen a hablar de "deriva autoritaria", como si eso fuera la gran amenaza. ¡No manchen!
El problema no es que haya autoritarismo, el problema es que ya no les hacen caso. Antes se sentían los chidos, los que movían los hilos detrás del trono, y ahora, pues la banda ya los vio como lo que son: puro show, pura pose. ¡Ya no hay respeto, ya no hay reverencias! Y eso, eso sí que les duele. Porque su verdadero miedo no es la "deriva autoritaria", sino que ya nadie los pela.
No sólo son ardidos, también son unos mentirosotes de primera. Que si el presidente nos va a quitar la libertad, que si va a expropiar hasta la tiendita de la esquina, que si ya ni vamos a poder chismear en redes... ¡Ay, ajá! En la vida real, el mero miedo que tienen es que sus privilegios de siempre se los estén repartiendo ahora con la raza de a pie. Y eso, mis cuates, les revienta la burbuja en la que vivieron tantos años.
Yo la única “deriva” que veo, es la de sus propios cerebros, que ya se les están derritiendo por el calor de tanta ardidez. Imagínate, la palabra de moda entre ellos: deriva autoritaria. ¡No manches, qué elegante se oye! Hasta parece que lo sacaron de un librito que ni ellos leyeron bien. No hay tal deriva, lo que hay es una sacudida sabrosa a su torre de marfil, esa en la que vivieron creyendo que siempre iban a tener el control.
Y qué chistoso, porque cuando ellos tenían el sartén por el mango, no les parecía que había deriva autoritaria, ¿verdad? Ahí sí todo bien, la democracia era perfecta. Pero nomás les mueven el tapete tantito, y ¡pum! ya somos Venezuela, Cuba y la URSS juntos, con todo y que muchos de ellos ni saben bien dónde están esos países en el mapa.
Lo que está claro es que, al final del día, la verdadera deriva es la de sus argumentos. Se nota que extrañan los tiempos donde un articulito suyo bastaba pa’ que los dueños del changarro movieran el rumbo del país. Pero, adivinen qué, mis queridos intelectontos: la banda ya no les compra ese discurso. La gente ya se dio cuenta de que ustedes no quieren proteger la democracia, lo que quieren proteger son sus privilegios, sus becas, sus viajecitos pagados y sus puestos cómodos.
Y ni se hagan los sorprendidos cuando el pueblo decide que ustedes ya no son tan necesarios. Porque ahora los chavos y las chavas ya no se forman pa’ escucharlos como si fueran los Beatles de la política. Ahora tienen Twitter, TikTok y todo un arsenal de herramientas pa’ enterarse de lo que realmente pasa, y ahí sus “sesudas” columnas de periódicos fifís no les mueven ni un pelo.
Así que siganle, creyéndose los últimos guardianes de la democracia, cuando en realidad lo que están protegiendo es su propio ego, sus chambitas y la lanita que les entra por gritar “¡se cae el país!”. No se confundan, carnales, porque mientras ustedes juegan al intelectualito indignado, la neta es que la banda ya ni los pela.
Se vale que sigan ladrando. Y si tanto les preocupa el país, en vez de andar de amargados porque ya no los pelan, mejor pónganse a chambear con la raza, entiendan que el mundo cambió. Y ustedes, compas, ya llevan rato a la deriva... pero de la irrelevancia.
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