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Ahuízotl. Replica del relieve de Tepoztlán. s.XVI |
Por el Centro de Estudios Forteanos
El Ahuízotl es una de las criaturas más enigmáticas y temidas dentro del folclore mexica, una bestia mítica que encarna el poder y el misterio de las aguas profundas. Descrito como un ser con el cuerpo de un perro, manos similares a las de un mono, y una cola terminada en una mano adicional, se destacaba por sus características híbridas que lo hacían tanto fascinante como aterrador para los antiguos mexicas. Su nombre proviene del náhuatl y significa "espinoso de agua", lo que alude a su naturaleza acuática y a la textura de su pelaje, que se eriza al emerger del agua.
Este ser habitaba principalmente en lagos y ríos, y se le atribuía la función de protector de las aguas y de los peces que en ellas vivían. Según las leyendas, el era un enviado de los dioses de la lluvia, como Tlaloc y Chalchiuhtlicue, encargado de capturar las almas de aquellos que se aventuraban demasiado cerca de sus dominios acuáticos. Los mexicas creían que las víctimas del Ahuízotl eran llevadas al Tlalocan, el paraíso de los muertos relacionados con el agua, y que sus cuerpos aparecían sin ojos, uñas o dientes, una macabra evidencia de su encuentro con la criatura.
La figura del Ahuízotl no solo era un símbolo de terror, sino también de respeto hacia las fuerzas de la naturaleza. Se decía que cuando el Ahuízotl estaba hambriento, podía atraer a sus víctimas emitiendo un sonido similar al llanto de un bebé, o haciendo que los peces saltaran fuera del agua, lo que incitaba a los pescadores a acercarse, solo para ser arrastrados al fondo por la criatura.
Más allá de su papel como depredador, el Ahuízotl también tenía un lugar en la cosmología mexica como guardián de los recursos acuáticos. Los pescadores, conscientes del peligro, realizaban ofrendas para apaciguar su ira y evitar ser atacados. Esta práctica refleja cómo las creencias mexicas estaban profundamente arraigadas en el respeto y la veneración de los elementos naturales, personificados en criaturas míticas como el Ahuízotl.
Con el tiempo, su figura trascendió el mito para convertirse en un símbolo cultural. Por ejemplo, el gobernante mexica Ahuitzotl adoptó el nombre de la criatura, reflejando su poder y conexión con los dioses. En tiempos más recientes, ha sido recuperado en la cultura popular, siendo reinterpretado en diversas formas, desde la literatura hasta los videojuegos, lo que demuestra la perdurabilidad y el impacto de esta leyenda en la imaginación colectiva.
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