Plano de la adecuación del monumento a la Revolución. Carlos Obregón Santacilia.
Por Félix Ayurnamat
Carlos Obregón Santacilia, fue una figura fundamental en la arquitectura mexicana del siglo XX, lo considero un puente entre la tradición y la modernidad, fusionando en sus obras una profunda sensibilidad hacia la historia de México con un ímpetu innovador con el que busco transformar el paisaje urbano de México. Nació en 1896 en la Ciudad de México, su trabajo como arquitecto refleja un compromiso con la identidad nacional y una visión vanguardista que destacó en una época de grandes cambios sociales y culturales.
Obregón Santacilia mostró desde muy joven un interés por la arquitectura que iba más allá de lo meramente técnico. Su formación la realizo en la Academia de San Carlos.
Soy un admirador de su obra. Al caminar por las calles de la Ciudad de México, sus construcciones son recordatorios vivientes de un pasado que dialoga con el presente, de una visión de futuro que no olvida sus raíces. Cada estructura no es solo un lugar para habitar, sino un espacio para disfrutar, para conectarse con la historia local.
Una de las características más destacadas de la obra de Carlos Obregón Santacilia es su capacidad para integrar elementos de la arquitectura prehispánica con las corrientes modernas de su época. En proyectos como el Edificio de la Secretaría de Salud en la Ciudad de México, se puede apreciar su maestría para combinar formas geométricas limpias y funcionales con detalles decorativos que evocan la herencia cultural del país. Este edificio, concluido en 1929, es un testimonio de su habilidad para crear espacios que son tanto prácticos como simbólicos, donde fusionó lo utilitario con lo poético en un equilibrio armónico. Utilizando elementos del Art Decó, Obregón Santacilia conjugó líneas geométricas y formas estilizadas que confieren al edificio una elegancia atemporal. No se trata solo de una construcción imponente por su estética, sino también de un espacio pensado para el bienestar de los usuarios, demostrando su capacidad para pensar la arquitectura como una herramienta de mejora colectiva.
Como todos, la vida de Carlos no estuvo exenta de desafíos y contradicciones. Su papel como arquitecto del régimen posrevolucionario lo colocó en una posición compleja, en la que tuvo que navegar las aguas turbulentas de la política y el poder. Enfrentó críticas y controversias, pero es el legado de sus trabajos lo que perdura.
Cuando conocí hace más de 20 años a Obregón Santacilia, descubrí que la arquitectura no es solo la construcción de edificios, es la creación de espacios que reflejan y moldean nuestra identidad colectiva. Su arquitectura me enseñó a considerar cómo el entorno físico puede influir en nuestras vidas, en nuestras comunidades y en nuestro sentido de pertenencia. Su obra es un ejemplo de que la arquitectura, en su forma más elevada, es un arte que va más allá de lo material, que como cualquier arte toca lo espiritual, lo emocional y lo social.
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