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3 Poemas. Nirvana

 Nirvana

Aprendiz de poeta, amigo. Casi cinéfilo, eventual melómano.


Visor (Venus no es rojo) 

 Que tristezas me deja tu último destello

 Amarga alegoría del tiempo que llamamos “nuestro”

 En esta dimensión, donde nos atrevimos a compartirnos

 El olvido nos reclama, como a otros tantos heraldos viejos


 Espontáneo, cabe inmenso en un estornudo

 Repetición imprecisa; circular e incansable

 Vocación que mantengo; pretérito invariable

 De la atracción que ejerces, un testigo mudo


 Planetas de agua se subliman en mi horizonte

 Desesperados, te contienen como a un espectro

 Te reproducen, como a estrella muerta

 Condenados a convertirse en la sal del mundo;

 A arrepentirse, en lo que percibo como un segundo.

 

 Un Aleph me revela lo que dejamos de ser para estar juntos

 Infancias caprichosas en las órbitas vacías de tus ojos

 Adolescencias promiscuas bajo tus mejillas túrgidas

 Miseria próspera supurando desde tu carne púrpura…

  

 Fervientes por replicarte estallan mis sesos

 En una cápsula de escape, recibo un gúgol de tus besos

 La noche eterna te guarda con recelo

 En otra dimensión, a través de otros ojos,

Que tu rostro estorbe de ver el fin;

Que tu sonrisa disuada de explorar la nada;

 Daltónicos a tu amor, 

 para que cambie el rojo de Venus 

 por el escarlata apagado de tus labios,

 y el verde de Urano 

 por el marrón seco de las veredas por las que andas

 

 ...

 Materia finita

 Ahora el Todo nos da forma

 Lejano punto azul

 Tu visor se aleja.



En nombre del jugador número dos

Oprimo un botón rojo

Sin naves restantes en el hangar

Oprimo el botón azul

Los cuadros vuelven a su lugar


Puntos que se agrupan en enteros de seis cifras

Música que en ocho bits expresa miseria

Izquierda y derecha son dígitos sin diferencia

Escudos creados para mis propios impactos,

Imposible moverme de aquí

Soy sólo un punto brillante 

Sólo sé implosionar


Esto que siento no cabe en tres letras

Que tú no me reconozcas

Es el precio de que otros me vean

Quien conoce la soledad

Ha visto un joystick que nadie toca


MI paleta de colores muy olvidable

Tan parecida a una película de culto

Ciudadanos ilustres autopercibidos

Tan grises

Para pasar entre ellos desapercibidos


No me digas que no me queda combustible

Necesito más créditos porque un soy adicto

Mientras tenga disparos ilimitados

Habré visto tu cara en algún otro lado


Ceros y unos, 

no sé contarlos

Preferiría no entenderlos

Y salir de esta pantalla mágica

Que no sabe reflejar lágrimas


El infierno tapizado de niños nostálgicos

Hiede a sudor desabrido de pasiones

Tus fantasmas han sido exterminados

Entre carreras, aliens y zombies

No sabrás cuando el juego termine

Habrás vuelto a empezar


Heme aquí entonces, solitario pistolero

Indigno perdedor de todas mis vidas

Aprendo a contar mientras masturbo mi mente

Cerebro pútrido, marchita puntería

Esperando al propietario que me desconecte

En busca estoy del récord

Asesino del tiempo;

Diríjomeme a ti, sabio espectro

Si este lugar es un simulacro

¿Por qué aún juego sólo?. Entonces



Que se joda mi psicólogo

 Odio que me hablen de ti en las terapias

 Y del daño ingente que enhebra en mí tu recuerdo

 Como si yo fuera un loco 

 Como si fuera yo un niño tonto 


Que no sabe rimar palabras


 Odio que te guarden de mí, entre rejas y barrotes

 Creen, que a fuerza de pastillas me harán olvidarte

 Ellos no saben que cuando duermo por las noches

 Me convierto en un millón de viejos sacerdotes

 Que, sin dudarlo, traicionan a su Dios para adorarte

Ellos no saben;

 Que no hay delirio fervoroso que no provenga

 De las palabras nacidas en tu boca sabor cereza;

 Que no hay camisa de fuerza que a mi cabeza detenga

 De imaginarte, el motivo primordial de la naturaleza

...

¿Por qué el cielo olvida ser azul en tu presencia?

Grita, como un ruin bloque de concreto, cuando no estás a la ventana

Pierde los cabales, la inspiración para hacer lluvia;

Olvida fácilmente en que estación está;

Y deja de presionar a setecientos sesenta milímetros de mercurio

¿Quién haría llover y hacer las nubes sino tu dulce voz, envidia de los triángulos?

¿A dónde soplaría el viento sus fértiles besos de oxígeno fresco?

Sino a tu pequeño cuerpo, hecho a la medida de mi ventrículo izquierdo 

 ¿Acaso no lo ve? 

 ¿Tan insensible es que no lo entiende?

El inútil aquel, que aún insiste en llamarme loco

Que dice que mi madre no me ha dado suficiente atención

Y me mira orgulloso, como si le prendiera el foco

Sustentado en su estúpida teoría, urgida por aprobación


 Que se jodan los que piensan que estoy loco

 Porque no han visto las dunas que insinúan

 Los divinos contornos de tus labios ígneos;

 Ni la promesa de paraíso que tu pelo oculta

Que sin dar nada más

A mi frágil espíritu enardece

 Que sin decir mucho

 Hace de esta vida un deleite


Y que aún sin amarme

 Le soy devoto


Tal vez es por eso, que tú también piensas que estoy loco

Porque aún ahora, no doy nada por perdido en el fondo

Y mientras sepa, que aún no te lo he entregado todo

Llamaré a mis lágrimas, “compañeras de consultorio”.


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