Por: Félix Ayurnamat
9 de julio 2023
Gabriel Orozco es ampliamente reconocido por ciertos sectores culturales como uno de los artistas mexicanos más influyentes. Sin embargo, su trabajo ha sido objeto de críticas severas debido al elitismo que lo caracteriza, así como el abuso de ideas de primera intención en sus propuestas conceptuales y obras.
Una de las principales objeciones que haría a Orozco radica en su propensión a crear obras que parecen estar diseñadas exclusivamente para impresionar a una élite intelectual. Sus propuestas conceptuales, en lugar de ser profundas y suscitar una profunda reflexión, a menudo están mal estructuradas, son muy simples y llenas de pretensión. Este enfoque genera una brecha insalvable entre el artista y el espectador común, relegando a este último a una posición de exclusión y desconcierto.
Su postura distante y su discurso críptico transmiten la sensación de que solo aquellos que están iniciados en el arte contemporáneo pueden apreciar y comprender su trabajo. Esta actitud elitista no solo aleja al público en general, sino que también promueve una visión jerárquica y excluyente del arte, restringiendo su potencial democratizador y su capacidad para generar una conexión más amplia y significativa con la sociedad.
Un aspecto recurrente que merece atención crítica en las obras de Orozco es el abuso de ideas de primera intención. A menudo, sus trabajos parecen quedarse en la superficie, sin profundizar en conceptos originales o desafiantes. Si bien en ocasiones logra sorprender con una aparente innovación formal, el contenido subyacente en sus obras suele carecer de sustancia y de una reflexión crítica profunda. Esta falta de profundidad revela una escasez de ideas genuinas y originales, recurriendo en su lugar a fórmulas y tendencias establecidas en lugar de romper con los convencionalismos.
Es fundamental hacer una revisión a la exaltación de su figura y considerar si su prestigio se basa en la verdadera calidad y relevancia de sus propuestas, o si en cambio, está impulsado por una combinación de relaciones de poder, elitismo y el apoyo de un sistema cultural que refuerza ciertos cánones establecidos.
En aras de fomentar un diálogo abierto y crítico sobre las propuestas artísticas en México, es necesario promover la diversidad, la inclusión y la autenticidad, en contraposición al elitismo y la superficialidad que han caracterizado la obra de Orozco.
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