Por Adriana Manjarrez
en: Dossier Politico
2010-06-01
http://www.dossierpolitico.com/vernoticias.php?artid=79022&relacion=dossierpolitico&mas=1
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2010-06-01
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No tuvieron un “pick up” para estrellar contra la pared. En vez de eso, ellos entraron caminando a la Guardería ABC cuando las llamas envolvían el lugar, sin pensar en el riesgo que corrían por su vida o su integridad física.
Prefirieron arriesgarse que permanecer como simples espectadores. El 5 de junio de 2009, “El Cayetano”, “El Pitufo”, “El Negro”, Mario y José, jóvenes residentes de la colonia Y Griega de Hermosillo, Sonora, fueron de las primeras personas en entrar a rescatar niños y niñas. Por su acto, ellos no recibieron medallas ni agradecimientos.
Son algunos de los héroes “anónimos” de ese día, señala Benjamín Alonso Rascón, investigador independiente, quien los hizo visibles en la ponencia “Jóvenes, pobres y drogadictos. Estigma y exclusión en la sociedad hermosillense; el caso de los héroes ABC”, que presentó en noviembre de 2009 en el Simposio de Historia.
Los medios de comunicación locales, nacionales e incluso internacionales, dieron rienda suelta a la historia de Francisco Manuel López Villaescusa “Fran”, quien con un “pick up” derribó parte de un muro, haciendo posible salvar a más pequeños.
Por su hazaña, valiosa se reconoce, la Fundación Beltrones le regaló un “pick up” Silverado 2009, y Televisión Azteca le renovó el viejo carro con el que derribó el muro. Incluso, a “Fran” le compusieron un corrido, que se puede escuchar en el canal de videos “YouTube”.
“Lo que yo quería era conocer esa situación que ya la ‘olía’, es decir, algo no me cuadraba de que hubiera un héroe solitario”, dice Benjamín Alonso, respecto a la historia de “Fran”, cuyo padre, Héctor López, había declarado luego del incendio al periódico El Universal: “Un joven drogadicto ayudó a salvar a niños y logró entrar a la guardería, entró y sacaba y sacaba (a niños) y al final estaba muy cansado, se sentó en la calle. Nadie lo tomó en cuenta, yo sí lo tomé en cuenta y lo conozco”.
Niña o muñeca
El 16 de junio de 2009, once días después del incendio, Benjamín Alonso se dirigió a la colonia Y Griega, para recoger testimonios y conocer a esos héroes desconocidos.
Uno de ellos es “Cayetano”, quien le relata: “Vi una niña que estaba sentadita en una esquina, con los bracitos así encogiditos y el pelito recogido. No se le quemó el pelito. Y yo dije: “¿Será niña o será muñeca?” Porque parecía una muñequita, la piel como de plástico, así amarilla”.
“La agarro de abajo de los sobaquitos así y entonces sentí lo caliente… y la dejé caer, porque me quemé las manos, pues. Entonces, lo que hice, me quité la camiseta que traiba (sic) y la envolví; la envolví y la agarré bocabajo y ahí voy pa’ fuera, pa’ la puerta. Saqué a esa, iba viva ésa, el corazoncito le iba funcionando. Ya la entregué afuera y me dejé ir otra vez pa’ dentro”, le cuenta “Cayetano” al investigador.
Con la guía de Benjamín Alonso, Dossier Político fue a buscar a estos jóvenes. Sólo Juan López Trujillo, conocido como “Cayetano”, accede a hablar ante una grabadora, mientras que “El Pitufo”, aparte, prefiere platicar sin micrófonos. Una expresión de profunda seriedad invade el rostro de ambos cuando recuerdan la tarde del 5 de junio de 2009.
“Cayetano” dice que ellos fueron los primeros en llegar a las bodegas cuando estaban envueltas en llamas: “Me acuerdo de todo, no se me ha olvidado nada… duré mucho tiempo adentro, duré un chingo adentro del almacén, ponle como unas dos horas, arriesgando mi vida, pero me siento a gusto, y de eso no me agradecieron nada”, le cuenta a Dossier.
Fue como meterse a un horno encendido, dice. ¿A cuántos niños y niñas sacó? No da números. Algunas personas hablan de más de 15. “Pero muchos estaban muertos”, añade con tristeza “Cayetano”, quien asegura que no tuvo quemaduras ni ha tenido problemas respiratorios a raíz del incendio.
Lo haría de nuevo
Si se presentara nuevamente una tragedia volvería a ayudar, expresa, convencido de que muchos integrantes de los cuerpos de seguridad no supieron reaccionar a tiempo ni de la mejor manera, además de que muchas personas llegaron al lugar, pero no todas buscaron la manera de ayudar.
Ellos no fueron invitados por el ex gobernador Eduardo Robinson Bours a la ceremonia que encabezó siete días después del incendio, para reconocer a los héroes de la tragedia. “No se acordó de nosotros, a lo mejor porque somos ‘malvis’”, dice “Cayetano”, “pero con el simple hecho de sentirse a gusto uno con lo que hace, ya con eso”.
Tampoco conocen a los padres y madres de los niños fallecidos o lesionados. Fueron a la primera marcha, cuenta el joven, pero la gente se les quedaba viendo, por su vestimenta y sus tatuajes, y decidieron retirarse.
Está acostumbrado a la discriminación, admite, pues a veces hasta cuando va de compras a algún supermercado, el guardia lo sigue desde que entra hasta que sale.
Coraje por la injusticia
“El Pitufo” prefiere no dar su nombre; “no tengo nada que esconder, pero…”, explica a Dossier Político, que mantuvo con él una charla sin micrófonos, en su domicilio.
“¿Por qué no quieres platicar?”, pregunta la reportera. “Porque no ha servido de nada”, dice. Muchos niños muertos y afectados y ningún responsable tras las rejas.
Se rehúsa a recordar lo que pasó esa tarde, cuando terminó con los zapatos casi derretidos, dice, porque apenas quien lo vivió sabe el horror que hubo allá adentro.
Expresa coraje al recordar que un rescatista oficial entró a un cuarto donde al parecer ya todos los niños y niñas estaban sin vida, por lo que cerró la puerta y los dejó ahí. Pero quizás era porque ahí ya no había a quién salvar, reconoce “El Pitufo”.
A diferencia de “Cayetano”, él dice que durante mucho tiempo padeció problemas para dormir, ante los recuerdos de ese terrible 5 de junio de 2009, imposible de dejar en el olvido.
Enterado de las noticias, critica la guerra de declaraciones entre el Secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont y el ex gobernador Robinson Bours, más preocupados por cuidar sus intereses, que procurar la justicia.
Los sin voz
Ellos normalmente no tienen voz, en esta ciudad que los excluye y que los convierte en objeto de la marginación, mucho más allá de los eventos de la Guardería ABC, señala el investigador Benjamín Alonso.
“Ese momento fue la demostración de que son visiones erradas, retrógradas, las que tiene la gran parte de la sociedad sonorense respecto a ellos”, explica.
“Era el momento ideal para que esa brecha se acortara entre esta sociedad que los niega y ellos”, agrega, “pero desde mi opinión, no sólo no se acortó, sino que se profundizó, porque aun demostrando ellos lo que son capaces de hacer, pues no fueron reconocidos”.
Ni los medios de comunicación les prestaron atención, ni los padres y madres afectados, ni las autoridades estatales o municipales, ni la sociedad civil en general, que incluso les mostró rechazo cuando ellos asistieron a la primera marcha, quizás porque no cumplían con los requisitos socialmente aceptables para ser héroes, dice.
Ellos son entes invisibles para mucha gente, y cuando son visibles son víctimas de rechazo, añade el investigador, y aunque estos jóvenes no buscaron salvar a niños para tener medallas u homenajes, lo justo es que se les reconozca.
Quizás les daría mucho gusto conocer a los padres y madres de los niños, pero también la sociedad en general o las autoridades les podrían ofrecer ayuda en especie, porque todos ellos enfrentan problemas: algunos no tienen trabajo, otros tienen enfermedades, no tienen vivienda, además de que padecen conflictos emocionales y de adicciones, e incluso han estado en prisión.
Por ejemplo, la madre de “Cayetano” murió hace dos meses, afectada por tumores en la cabeza, mientras que él mismo necesita ser intervenido quirúrgicamente por una hernia, además de que es padre de un niño de ocho años.
El joven finalmente reconoce que agradecería mucho si alguien le pudiera ayudar con material para construirse una casa de cartón, mientras que en memoria de los pequeños fallecidos, y para los sobrevivientes, pide que en el lugar donde está aún el inmueble de la guardería, se haga un parque: “con juegos y arbolitos para que vayan los niños a jugar, con un guardia para que cuide ahí, de que no haya destrozos por los ‘malvis’; nosotros somos ‘malvis’, pero las otras generaciones son más bravas”.
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