en: Ciencia y tecnología.
http://www.invdes.com.mx/activacioncathistorial.asp?YearID=2&Year=&MesID=1&Mes=Enero&SubCategoriaID=228&CategoriaID=1
Soles rojos en vez de amarillos y cielos blancos en lugar de azules son síntomas del "nuevo paisaje" de la Ciudad de México, que revela turbiedad del aire y menor radiación solar, dos serios problemas atmosféricos que afectan a todos los seres vivos de la gigantesca urbe.
Con una singular estación de medición ubicada en su propio laboratorio, el doctor Agustín Muhlia Velázquez, del Observatorio de Radiación Solar del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, trabaja en el estudio básico de ambos fenómenos, a partir de la medición de los rayos solares y el conteo de las partículas suspendidas, una forma de conocer científicamente el problema que aqueja a la atmósfera citadina.
"Las partículas suspendidas en el aire no dispersan el rojo, así que ver un Sol rojo es efecto de un día contaminado por la turbiedad, mientras en un día limpio el Sol se ve amarillo o naranja. Pero las partículas suspendidas sí dispersan el azul del cielo, el cual se ve gris o blanco cuando la cotidiana ´nata´ del aire que respiramos en la ciudad de México es más espesa", comenta el doctor Muhlia, quien tiene cifras sobre el avance de la turbiedad del aire y la baja radiación solar que afectan a los capitalinos.
La "nata" que se respira
Esa capa densa que se forma en el aire y que vemos a simple vista sobre el Distrito Federal es el fenómeno de turbiedad del aire, causado por el exceso de micropartículas suspendidas en la atmósfera, las cuales tienen un radio de un centésimo de micra a cinco micras.
En su mayoría, las partículas suspendidas contienen silicatos, compuestos de azufre, de carbono y de nitrógeno, sustancias contaminantes que emanan de automóviles, industrias y diversas fuentes de combustión. "En una atmósfera limpia se registran alrededor de cinco mil 600 partículas por centímetro cúbico, mientras que el promedio de partículas suspendidas en los últimos años sobre Ciudad Universitaria va de 50 mil a 200 mil por centímetro cúbico. Incluso en los días más limpios el conteo en esta región al sur del Distrito Federal es de siete mil partículas suspendidas por centímetro cúbico", observa el investigador.
Para el científico, la pérdida progresiva de la transparencia del aire citadino es "una advertencia de lo que pronto podría convertirse en un serio problema de salud pública", pues además de respirarse constante y crecientemente un exceso de contaminantes, la turbiedad en el aire limita la llegada de radiación solar. Llevada a un grado extremo, la falta de sol podría provocar que nuestro organismo no produzca suficiente vitamina D, y su ausencia ocasiona raquitismo, sobre todo en los menores.
Por ahora, en el Distrito Federal ya se recibe una menor radiación solar. Cuando observamos un Sol rojo una hora después de su salida (a unos 20 grados sobre el horizonte), en realidad presenciamos un nocivo efecto de turbiedad del aire. Así, dice el doctor Muhlia, un Sol rojo nos quita una hora de energía en la mañana y otra en la tarde. "Otro efecto negativo de la turbiedad ocurre cuando las micropartículas absorben y acumulan una energía de 1.5 a 3.0 watts, lo que podría tener una relación directa con el progresivo calentamiento de la atmósfera", agrega.
¿Ciudad muy soleada?
Las variaciones en la radiación solar son una forma de estudiar la atmósfera. Cuando la radiación llega e interacciona con la atmósfera es atenuada por dos eventos: el de dispersión, causado por el aire, las partículas que forman el aerosol atmosférico y la cubierta de nubes. Y el segundo evento obedece a elementos que absorben la radiación, como el vapor de agua diluido, el ozono estratosférico, el bióxido de carbono y las nubes. En el Laboratorio de Radiación Solar del Instituto de Geofísica, el doctor Muhlia Velázquez profundiza sus estudios de la turbiedad del aire y a la vez amplía su línea de investigación sobre radiación solar.
"Mucha gente dice que el nuestro es un país soleado, porque tenemos sol casi todos los días del año. Pero para hacer tal afirmación, lo primero que tenemos que saber es ¿cuánta radiación solar recibimos realmente en cada sitio del país?", se pregunta el científico.
Para responder la interrogante, el doctor Muhlia mide la radiación solar que llega a la estación de Ciudad Universitaria. Utiliza un aparato llamado radiómetro espectral, con el cual mide las características ópticas de la atmósfera. A estos aparatos llega la radiación solar, que trae consigo información de las partículas y de la intensidad de los rayos solares.
http://www.invdes.com.mx/activacioncathistorial.asp?YearID=2&Year=&MesID=1&Mes=Enero&SubCategoriaID=228&CategoriaID=1
Soles rojos en vez de amarillos y cielos blancos en lugar de azules son síntomas del "nuevo paisaje" de la Ciudad de México, que revela turbiedad del aire y menor radiación solar, dos serios problemas atmosféricos que afectan a todos los seres vivos de la gigantesca urbe.
Con una singular estación de medición ubicada en su propio laboratorio, el doctor Agustín Muhlia Velázquez, del Observatorio de Radiación Solar del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, trabaja en el estudio básico de ambos fenómenos, a partir de la medición de los rayos solares y el conteo de las partículas suspendidas, una forma de conocer científicamente el problema que aqueja a la atmósfera citadina.
"Las partículas suspendidas en el aire no dispersan el rojo, así que ver un Sol rojo es efecto de un día contaminado por la turbiedad, mientras en un día limpio el Sol se ve amarillo o naranja. Pero las partículas suspendidas sí dispersan el azul del cielo, el cual se ve gris o blanco cuando la cotidiana ´nata´ del aire que respiramos en la ciudad de México es más espesa", comenta el doctor Muhlia, quien tiene cifras sobre el avance de la turbiedad del aire y la baja radiación solar que afectan a los capitalinos.
La "nata" que se respira
Esa capa densa que se forma en el aire y que vemos a simple vista sobre el Distrito Federal es el fenómeno de turbiedad del aire, causado por el exceso de micropartículas suspendidas en la atmósfera, las cuales tienen un radio de un centésimo de micra a cinco micras.
En su mayoría, las partículas suspendidas contienen silicatos, compuestos de azufre, de carbono y de nitrógeno, sustancias contaminantes que emanan de automóviles, industrias y diversas fuentes de combustión. "En una atmósfera limpia se registran alrededor de cinco mil 600 partículas por centímetro cúbico, mientras que el promedio de partículas suspendidas en los últimos años sobre Ciudad Universitaria va de 50 mil a 200 mil por centímetro cúbico. Incluso en los días más limpios el conteo en esta región al sur del Distrito Federal es de siete mil partículas suspendidas por centímetro cúbico", observa el investigador.
Para el científico, la pérdida progresiva de la transparencia del aire citadino es "una advertencia de lo que pronto podría convertirse en un serio problema de salud pública", pues además de respirarse constante y crecientemente un exceso de contaminantes, la turbiedad en el aire limita la llegada de radiación solar. Llevada a un grado extremo, la falta de sol podría provocar que nuestro organismo no produzca suficiente vitamina D, y su ausencia ocasiona raquitismo, sobre todo en los menores.
Por ahora, en el Distrito Federal ya se recibe una menor radiación solar. Cuando observamos un Sol rojo una hora después de su salida (a unos 20 grados sobre el horizonte), en realidad presenciamos un nocivo efecto de turbiedad del aire. Así, dice el doctor Muhlia, un Sol rojo nos quita una hora de energía en la mañana y otra en la tarde. "Otro efecto negativo de la turbiedad ocurre cuando las micropartículas absorben y acumulan una energía de 1.5 a 3.0 watts, lo que podría tener una relación directa con el progresivo calentamiento de la atmósfera", agrega.
¿Ciudad muy soleada?
Las variaciones en la radiación solar son una forma de estudiar la atmósfera. Cuando la radiación llega e interacciona con la atmósfera es atenuada por dos eventos: el de dispersión, causado por el aire, las partículas que forman el aerosol atmosférico y la cubierta de nubes. Y el segundo evento obedece a elementos que absorben la radiación, como el vapor de agua diluido, el ozono estratosférico, el bióxido de carbono y las nubes. En el Laboratorio de Radiación Solar del Instituto de Geofísica, el doctor Muhlia Velázquez profundiza sus estudios de la turbiedad del aire y a la vez amplía su línea de investigación sobre radiación solar.
"Mucha gente dice que el nuestro es un país soleado, porque tenemos sol casi todos los días del año. Pero para hacer tal afirmación, lo primero que tenemos que saber es ¿cuánta radiación solar recibimos realmente en cada sitio del país?", se pregunta el científico.
Para responder la interrogante, el doctor Muhlia mide la radiación solar que llega a la estación de Ciudad Universitaria. Utiliza un aparato llamado radiómetro espectral, con el cual mide las características ópticas de la atmósfera. A estos aparatos llega la radiación solar, que trae consigo información de las partículas y de la intensidad de los rayos solares.
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