La inteligencia burguesa es por lo tanto un número, como el numero que indica el estado de una cuenta bancaria. y como el dinero, es productiva, no importando para qué se use, mientras dé dividendos. La inteligencia burguesa es un potencial que se hereda, como se hereda un patrimonio, una terreno o las acciones de una compañía. "Ser" inteligentes es lo importante, no "hacer" cosas inteligentes. Una vez que se ha probado que se es inteligente, cuando los números lo han dicho, no es necesario seguir probándolo continuamente, puesto que uno no puede dejar de "serlo".
Las clases dominantes imponen sus ideas preferidas, las que les convienen. La inteligencia es relativamente nueva como cualidad básica. La religiosidad, la fuerza, el valor, el honor han tenido sus épocas. La inteligencia burguesa tiene ahora la suya.
En un modelo de sociedad en el cual los valores aclamados son la competencia, la productividad y la felicidad por el consumo, en el que con mucha preferencia va por delante el "tener" sobre el "ser", la inteligencia entendida como potencialidad para "llegar", para "vencer" debe ser forzosamente una cualidad principal.
Y como ironía del juego, la inteligencia, a la que tanta importancia quiere otorgar el sistema, no "sirve" para nada: con ella no se pueden escalar puestos directivos. El coeficiente de inteligencia sólo les sirve a los hijos del director.
Es lo que podríamos llamar una estafa al cuadrado. La estafa simple consiste en pretender que una cualidad "heredada" sea la que separe a triunfadores de perdedores, dando por normal la injusticia del sorteo. En segundo lugar, estafa al cuadrado, la inteligencia no está correlacionada con el éxito económico, en la realidad del sistema.
Si a este doble engaño añadimos que la inteligencia no puede demostrarse que sea fundamentalmente heredada, comprenderemos que hay que rechazar este concepto de inteligencia y todas las trampas científicas, jerárquicas e ideológicas que se han creado a su alrededor.La inteligencia burguesa es la aptitud fundamental del grupo dominante y sólo le sirve a él. Que se la midan ellos.
Y a ellos se aplica perfectamente la definición clásica de actuar "en inteligencia", "en confabulación o correspondencia secreta de dos o más personas entre si". Desde luego que no se hacen test de sociabilidad, ayuda mutua, facilidad para entrar en éxtasis, para amar o hacer el vago. La inteligencia burguesa es la cualidad que permite hacer de cada momento de la vida un negocio, o un preliminar de un negocio. En una sociedad de marcas, de resultados, en una "sociedad anónima", las otras cualidades importan poco y además es difícil medirlas. En el campo de la inteligencia quedan excluidos los deficientes mentales, de la misma manera que en el salto de altura los minusválidos no son competitivos.
La inteligencia burguesa es legitimación. Es la piedra angular en que se basa todo el edificio de la "meritocracia", arquetipo hipócrita hacia el que apunta, en teoría, el capitalismo. Es viejo el problema trabajo intelectual-trabajo manual, pero esa contradicción que era y es reflejo de una situación política, resultado de la lucha por el poder y del dominio de las fuerzas productivas, se podía explicar antes como consecuencia de una decisión divina. Ahora, cuando esto resulta ya un poco fuerte, el capitalismo justifica la contradicción por la posesión o la carencia de una cualidad individual, invisible y heredable. Trata de demostrar que el trabajo intelectual (entendido como de dirección y de toma de decisiones) lo hacen los que están capacitados para ellos, mientras los otros hacen lo que pueden. (Continúa)
Las clases dominantes imponen sus ideas preferidas, las que les convienen. La inteligencia es relativamente nueva como cualidad básica. La religiosidad, la fuerza, el valor, el honor han tenido sus épocas. La inteligencia burguesa tiene ahora la suya.
En un modelo de sociedad en el cual los valores aclamados son la competencia, la productividad y la felicidad por el consumo, en el que con mucha preferencia va por delante el "tener" sobre el "ser", la inteligencia entendida como potencialidad para "llegar", para "vencer" debe ser forzosamente una cualidad principal.
Y como ironía del juego, la inteligencia, a la que tanta importancia quiere otorgar el sistema, no "sirve" para nada: con ella no se pueden escalar puestos directivos. El coeficiente de inteligencia sólo les sirve a los hijos del director.
Es lo que podríamos llamar una estafa al cuadrado. La estafa simple consiste en pretender que una cualidad "heredada" sea la que separe a triunfadores de perdedores, dando por normal la injusticia del sorteo. En segundo lugar, estafa al cuadrado, la inteligencia no está correlacionada con el éxito económico, en la realidad del sistema.
Si a este doble engaño añadimos que la inteligencia no puede demostrarse que sea fundamentalmente heredada, comprenderemos que hay que rechazar este concepto de inteligencia y todas las trampas científicas, jerárquicas e ideológicas que se han creado a su alrededor.La inteligencia burguesa es la aptitud fundamental del grupo dominante y sólo le sirve a él. Que se la midan ellos.
Y a ellos se aplica perfectamente la definición clásica de actuar "en inteligencia", "en confabulación o correspondencia secreta de dos o más personas entre si". Desde luego que no se hacen test de sociabilidad, ayuda mutua, facilidad para entrar en éxtasis, para amar o hacer el vago. La inteligencia burguesa es la cualidad que permite hacer de cada momento de la vida un negocio, o un preliminar de un negocio. En una sociedad de marcas, de resultados, en una "sociedad anónima", las otras cualidades importan poco y además es difícil medirlas. En el campo de la inteligencia quedan excluidos los deficientes mentales, de la misma manera que en el salto de altura los minusválidos no son competitivos.
La inteligencia burguesa es legitimación. Es la piedra angular en que se basa todo el edificio de la "meritocracia", arquetipo hipócrita hacia el que apunta, en teoría, el capitalismo. Es viejo el problema trabajo intelectual-trabajo manual, pero esa contradicción que era y es reflejo de una situación política, resultado de la lucha por el poder y del dominio de las fuerzas productivas, se podía explicar antes como consecuencia de una decisión divina. Ahora, cuando esto resulta ya un poco fuerte, el capitalismo justifica la contradicción por la posesión o la carencia de una cualidad individual, invisible y heredable. Trata de demostrar que el trabajo intelectual (entendido como de dirección y de toma de decisiones) lo hacen los que están capacitados para ellos, mientras los otros hacen lo que pueden. (Continúa)
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