Por: El Perrochinelo
¡Qué transa, banda! Aquí su perro callejero favorito, más barrio que unos esquites con chile del que si pica, viene a contarles un chisme que ni en las telenovelas de la tarde se ve. Resulta que ciertos grupos de poder económico, los intelectuales al servicio del poder y los "líderes de opinión", andan más dolidos que si les hubieran quitado el último taco al pastor del planeta. Todo porque su candidata a la presidencia se quedó como novia de rancho: vestida y alborotada.
Ahí los tienes, compadres, pasando por todas las etapas del duelo como si fueran los protagonistas de una telenovela chafa de telerisa. Primero, la negación. No podían creer que su candidata no jalara. "Seguro hubo fraude", "esto no puede estar pasando", se decían entre ellos, agarrándose la cabeza como si se les hubiera ido la red. Nomás faltaba que sacaran el violín y empezaran a tocar la marcha fúnebre.
Luego, la ira. ¡Ufff, qué coraje! Parecía que destilaban odio como si fueran una fábrica de alcohol. Cada tweet, cada columna, cada comentario era un dardo envenenado directo al corazón de los que no pensaban como ellos. "Pueblo ignorante", "no saben lo que hacen", decían, como si ellos tuvieran la verdad absoluta en la palma de la mano. Qué cosas, ¿no? A veces me pregunto si en sus ratos libres se creen dioses del Olimpo.
Y claro, después vino la tristeza a algunos. Pobres, parecían más desanimados que un niño sin juguetes en día de Reyes. Publicaban fotos en blanco y negro, con textos más largos que la fila para los tamales en la Candelaria, llorando su pérdida y lamentando el futuro incierto que, según ellos, nos esperaba. Yo, mientras tanto, me echaba una siestecita bajo el sol, porque con tanto drama, uno necesita descansar.
Finalmente, la resignación. "Pues ya ni modo", decían con una lagrimita en el ojo, como cuando te das cuenta de que el amor de tu vida no te pela. Empezaron a aceptar la realidad, pero no sin antes lanzar uno que otro zarpazo. "Tenemos que resistir", "no podemos rendirnos", seguían diciendo, como si estuvieran en una épica batalla contra molinos de viento. ¡Vaya show!
Pero, ¿saben qué, banda? Lo que más risa me da es que estos cuates, en lugar de hacerse una autocrítica, prefieren echarle la culpa a los demás. A ver, mis líderes de opinión, intelectuales de café y periodistas de escritorio, ¿por qué no se ponen a reflexionar un poquito y dejan de ofender a los que no piensan como ustedes? Tal vez, solo tal vez, podrían aprender algo y mejorar su estrategia para la próxima.
Y ahí están, en sus torres de marfil, mirando al pueblo desde arriba y diciendo: "¿cómo es posible que no votaran por nuestra candidata?" Pues fíjense que el pueblo tiene sus razones y, aunque a ustedes no les guste, hay que respetarlas. Es como cuando uno va por la calle y elige entre una queka y un taco de guisado. Cada quien sus gustos, ¿no?
¡No manchen! Ya es hora de que se bajen de su nube y se den cuenta de que la banda no es tonta. Cada vez que abren la boca para ofender y menospreciar a los que no piensan como ellos, lo único que logran es quedar como payasos en el circo de la vidorria.
Bandita, ya dejen de actuar como si el fin del mundo estuviera a la vuelta de la esquina. La política es como una rueda de la fortuna, a veces estás arriba y a veces abajo. Lo importante es no perder la cabeza y saber adaptarse. En lugar de andar haciendo berrinche como chamacos malcriados, mejor pónganse a trabajar en propuestas que realmente beneficien al pueblo.
Así que, mis queridos intelectuales de petatiux y líderes de opinión, relájense un poquito. Dense un respiro, váyanse a echar un tecito de valeriana, y dejen de amargarse la vida. No todo está perdido y, al final del día, la vida sigue. En lugar de destilar odio, mejor destilen mezcal (del bueno, eh) y celebren que vivimos en una democracia donde todos tenemos voz y voto.
Y bueno, banda, la neta es que hay que aprender a vivir y dejar vivir. No se trata de andar ofendiendo a diestra y siniestra, sino de encontrar puntos en común y construir juntos un mejor futuro. Así que ya saben, raza, la próxima vez que vean a uno de estos "líderes" destilando veneno en redes sociales, no se enganchen. Mejor ríense un rato y sigan con su vida, que al final del día, lo que realmente importa es construir un país donde todos tengamos cabida. ¡Nos vemos en las calles!
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